miércoles, 18 de febrero de 2015

Enseñando a dar Caricias Positivas

"Todos los padres necesitan ejercer influencia en sus hijos y sus instrucciones tienen por lo menos cuatro interpretaciones:
  • Lo que los padres aclaran como el verdadero significado.
  • Lo que en realidad están diciendo.
  • El significado literal.
  • Lo que creen los hijos que ellos están diciendo.
Pongamos un ejemplo. El padre dice: "No le des golpes a tu hermanita".
  • Papá y mamá aclararían que esto tiene un significado general: "No maltrates a tu hermanita".
  • Podría realmente significar: "Quédate quieto".
  • Un niño puede interpretar así la orden: "Dijeron que no le pegue a mi hermanita; pero no me dijeron que no le dé un puntapié".
  • O el niño puede comprender el mensaje implícito: "Quédate quieto", o podrá esperar que papá y mamá estén lejos y no puedan oír y luego pegarle a la hermanita.
Otro ejemplo de prohibiciones es: "No juegues con los niños de la casa de enfrente". El niño puede interpretar la orden como de "no jugar", pero nadie le ha prohibido que pelee con ellos.

Por esto es más seguro utilizar oraciones positivas en lugar de oraciones negativas. Diga: "Las galletas se comen después del almuerzo; te puedes comer una zanahoria o una manzana antes del almuerzo".

Diga: "Tú eres mayor que tu hermanita y más fuerte que ella, trátala con suavidad". (p. 29)

Reuniones Familiares de Caricias Positivas

Para asegurarse el flujo de caricias positivas y el evitar el aumento de las negativas, o de las llamadas "indirectas", algunas familias implementan reuniones, que pueden sistematizarse de la siguiente  manera:
  • Sesiones de veinte minutos para aclarar resentimientos e intercambiar reconocimientos.
  • El procedimiento es que cada quien verbalice sus resentimientos y los demás escuchan sin interrumpir. Cada uno habla directamente con el otro, no del otro (no como si la persona involucrada no estuviera presente). "Me enojó lo que hiciste" en lugar de "Me siento mal por tu culpa", o peor aún "Mamá, la Betty es mala, por su culpa me duele la cabeza" (como si Betty no estuviera a su lado escuchándola). Esto ayuda a salir del juego psicológico llamado Tribunales, desarrollando responsabilidad y búsqueda de soluciones ganar-ganar (a diferencia del "yo gané, tú perdiste, jajaja").
  • Luego cada uno expresa sus sentimientos de aprecio para con los demás.
  • Luego viene la discusión del resentimiento y sus aclaraciones.
Escuchar a los hijos, escuchar sus palabras y los sentimientos que hay detrás de ellas, es una de las mejores caricias que se pueden dar. Escuchar es decir: "Te veo, te oigo, respeto tus ideas y te respeto a ti". Cada quien habla, cada quien escucha, todos reciben buenas caricias. (p. 37)

Adaptado de:
James, M. (1979). ¿Qué hacemos con ellos ahora que los tenemos? Bogotá: Fondo Educativo Interamericano.